miércoles, 23 de enero de 2013


España cuenta cada día menos en el mundo.


Ya hace tiempo, mucho tiempo desde que el gobierno de Zapatero, entró prácticamente en el control del país, se viene observando una caída drástica de nuestro peso a nivel Internacional. Un desastre que nos ha costado una crisis aumentada proporcionalmente a la desgracia de haber elegido a este gobernante. Y es que realmente se han hecho mal las cosas. Si no es por nuestro mejor diplomático, el Rey Juan Carlos I, la verdad es que seríamos considerados un grano en el "culo" de Europa y del mundo.

Para que se sepa que al Gobierno español no le gusta estar perdiendo peso a granel en las instituciones europeas, Luis de Guindos ha sido el único ministro de Economía que no ha apoyado el nombramiento del holandés Jero en Dijsselbloem como nuevo jefe de del Eurogrupo. Pero más allá de ser la peor tarjeta de presentación posible hacia un cargo de quien, en el futuro, España podría necesitar comprensión, este gesto, posible mente sólo destinado al público más terco de casa, es ridículo: la diplomacia no se hace con rabietas.
Y España necesita más que nunca diplomacia de la buena.

Por otra parte, el citado Guindos por cierto, cada vez más desaparecido de la escena internacional será el único representante español en la próxima cumbre de Davos, que aún ahora no vive su mejor momento sigue siendo un importante punto de encuentro entre los que cuentan, por el dinero que manejan o por sus opiniones, en la economía mundial: parece que se cree que estos en España ya no quedan. Hace algunos años iban por decenas en la citada ciudad suiza.

Del creciente olvido internacional de España también habla el hecho de que, calmadas sólo de momento, según los que saben sus angustias financieras más urgentes, se ha alejado de las primeras páginas de la gran prensa mundial. De nuestra corrupción sólo hablan los diarios latinoamericanos. Los demás nos citado sin citar a la hora de expresar la inquietud que existe en los círculos financieros y al Gobierno alemán para que los países más débiles relajen la disciplina económica que se les ha impuesto. El descontrol político que hoy vive España del que, entre otras cosas, se deriva del atasco, el Parlamento o los cajones de los ministerios, de la mayoría de las reformas aprobadas por el Gobierno debe infundirles demasiada tranquilidad.



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